lunes, 13 de diciembre de 2010

Martes adelantado por 2 horas

Los días van cambiando...el aroma, la intensidad de los rayos que me nublan la vista, el ambiente, el oleaje, hasta el movimiento de las gaviotas que oigo desde mi ventana, todo. Los cristales se empañan y lo primero que me viene a la cabeza es dibujar un corazón que poco a poco se contrasta con la transparencia. Las nubes están más cariñosas, más unidas para no dejarle ver al sol nuestras pequeñas almas, pero él se enfada con ellas y las quema; ellas lloran, lloran sin parar, están asustadas. Hay una niña, mirando hacia el cielo y le pide al sol que las perdone, que son buenas y sólo buscaban el calor que les arrebata el malvado invierno. Pero ellas siguen llorando, no paran. Y el Sol para consolarlas les da a cada una un pañuelo. Pero ellas no lo aceptan y lo rompen en mil trocitos. Esos diminutos trocitos van descendiendo por la ladera del cielo, convirtiéndose en lo que nosotros vemos como nieve, pero no es así, son trocitos de papel de los pañuelos de las nubes que siempre lloran porque el Sol se enfada.

Por eso, hay que aprender a perdonar, para no helarnos de frío y tener el corazón caliente.
Martes, para vosotros.

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